Entendiendo la Inteligencia Emocional

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La inteligencia emocional es un constructo que ha ido recibiendo más atenciones en los últimos años. Se escucha en seminarios, se lee en libros de autoayuda e incluso nosotros mismos nos aventuramos a usarlo de forma coloquial. Pero hoy quiero daros la base científica de la inteligencia emocional y las claves para su uso y entrenamiento.

¿Qué es la inteligencia emocional?

Para una primera aproximación a este concepto, le he preguntado a mi madre qué era la inteligencia emocional y me ha dicho: “la capacidad de gestionar de tus emociones”. Este sería uno de sus atributos, sin duda. Socialmente, se entiende como una herramienta que te permite modular tu reacción emocional para alcanzar éxito en alguna tarea.

Sin embargo, eso sería sólo la punta del iceberg. Mayer y Salovey (1997), pioneros en el desarrollo de modelos teóricos para la IE, lo definen como “la habilidad para percibir y expresar emoción, asimilar emoción en el pensamiento, poder razonar la emoción y regular la emoción en uno mismo y en otros”.

¿Qué habilidades definen la inteligencia emocional?

Vamos a meternos al agua para definir la IE en su totalidad. Siguiendo el modelo de habilidad de la IE de Mayer, Salovey y Caruso (2000) distinguimos cuatro dimensiones:

  • Percepción emocional: habilidad para identificar emociones en uno mismo y en otros, y en otros estímulos como voces, música o novelas.
  • Entendimiento emocional: comprender cómo las emociones evolucionan con el tiempo y difieren unos de otros, además de saber qué emociones son apropiadas para cada contexto.
  • Facilitación emocional: usar las emociones en una gran variedad de contextos para cumplir metas.
  • Regulación emocional: incluye los procesos a través de los cuales los individuos influyen sobre sus propias emociones, cuándo los tienen y cómo los expresan. Es el fenómeno que genera nuestros estados afectivos.

Las áreas de la inteligencia emocional integran aspectos cognitivos y emocionales – de ahí que se considere como parte esencial de la inteligencia global. Estas dimensiones fluctúan e influyen unas sobre otras en un proceso cíclico y multidireccional.

Un ejemplo de esto es la típica persona que considera la ira como algo fijo e incontrolable. Si en alguna situación percibe un trato injusto hacia su persona, el entendimiento que tiene de la ira conllevará una expresión de ese sentimiento de forma abierta.

Deporte e inteligencia emocional

En los últimos años, se ha considerado la influencia de la inteligencia emocional sobre el rendimiento deportivo. A la luz de estudios recientes se contempla la necesidad de un desarrollo emocional al mismo nivel que el cognitivo, puesto que los aspectos emocionales están directamente relacionados con las aspiraciones de los atletas.

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Particularmente, la subdimensión que más interés genera es el de la regulación emocional. Su participación directa en el comportamiento del atleta puede facilitar o inhibir el rendimiento deportivo, de ahí la necesidad de entrenar esta habilidad.

Existe una teoría atencional que establece que la regulación emocional tiene una relación más fuerte con el rendimiento cuando las demandas atencionales que exige son más bajas – es decir, cuando rendimiento y regulación emocional no compiten por los mismos recursos cognitivos (Joseph y Newman, 2010).

¿Cómo conseguimos que la regulación de las emociones se haga de manera fluida y eficaz? Pues igual que se haría para pasar de hacer un toes to bar a hacer 25 seguidos: ¡practicando!

inteligencia emocional
A Camille Leblanc-Bazinet le fallaron las emociones en 2013.

Claves para trabajar la inteligencia emocional

Pon en duda lo que creías sobre las emociones

Como hemos visto en el ejemplo del iracundo, una creencia errónea sobre la expresión de una emoción puede llevarnos a situaciones muy embarazosas e hirientes para uno mismo y los demás. Las creencias erróneas sobre las emociones pueden y deben trabajarse. Ejemplos:

  • Creer que la tristeza es un síntoma de debilidad
  • Considerar la ira como un derecho universal
  • Pensar que el miedo siempre nos avisa de un peligro real

Siéntate y argumenta en contra de esas creencias hasta dar con una respuesta más adaptativa. ¿Sabéis debatir contra esa vocecita en vuestra cabeza que cree que todo lo sabe?

Estudia la emoción con la curiosidad de un niño

Un mayor conocimiento de claves emocionales verbales y no-verbales en nuestro entorno nos da más información para potenciar esta habilidad. Así que conviértete en un friki de las emociones. Cuando tú las sientas, cuando las percibas en otros, cuando lo veas en una película,… fíjate en cómo cambia la voz, las expresiones faciales, el lenguaje no verbal.

Entender tu propio afecto te ayudará a identificar la emoción, analizarla y regularla para que no interfiera en tu rendimiento deportivo, tu trabajo o tus relaciones. Recuerda, además, que si se desarrolla lo suficiente, se convierte en un facilitador para todo ello.

Dale a tus emociones la importancia que merecen

Que no te dé pudor ninguno hablar de tus emociones y de las de los demás, es una fuente inagotable de recursos. ¿Habéis identificado ya vuestras creencias erróneas? ¿Se os viene a la cabeza algún ejemplo de reacción emocional desmedida ante alguna situación? ¡Contadme en los comentarios!

Joseph, D. L., & Newman, D. A. (2010). Emotional intelligence: an integrative meta-analysis and cascading model. Journal of applied psychology95(1), 54.

Mayer, J. D., Caruso, D. R., & Salovey, P. (2000). Selecting a measure of emotional intelligence: The case for ability scales.

Salovey, P., & Mayer, J. D. (1990). Emotional intelligence. Imagination, cognition and personality9(3), 185-211.

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